Raúl, aunque lleve el apellido, carece de los genes y las gónadas de Castro I.
El Hermanísimo es de una grisura solo comparable con la de los líderes de la oposición-disidencia interna; y es además un tipejo lacrimoso, tiene volá de yegua, un eunuco bajito, feíto y cabezón, y pésimo comunicador: le falta lo que les gusta a ellas.
El desbarajuste cubiche está sediento de una dosis de sexo grupal desenfrenado, un líder que seduzca y penetre a las masas, que les provoque un espasmo visceral, el orgasmo de la histeria colectiva.
Así es como Cuba funcionó bajo Castro I, Italia con Mussolini, Alemania con Hitler... Las tiranías son orgasmos nacionales, y nuestra nación es una chica adolescente con las glándulas revueltas, todavía no lista para el matrimonio con Liborio Demócrata.
Lo de la patria joven y libertina es la gozadera total; Guanaroca es una loca.
Cuando un grupo llega a la masa crítica en donde la individualidad de sus miembros desaparece, ocurre un curioso fenómeno, hombres y mujeres por igual, empiezan a comportarse como putas jóvenes y baratas; y gravitan hacia los pies del único indivíduo reconocible: El líder y su poder representado en los fálicos bastones de la policía, los cañones erectos de los tanques del ejército, y el clamor de las multitudes.
¡Ah, la fascinación irresistible por la fuerza bruta y los uniformes, el eco de las botas militares; por los atributos sexuales del Líder Supremo! La paradoja del Id freudiano coqueteando con el dolor.
La imagen del estudiante chino en Tianamén , desarmado enfrentándose a los tanques, equivale a la de una virgen ofreciéndose, para ser desflorada, a un macho en celo; el tunecino suicida quizás se prendió fuego para que su papi-presidente sufriera remordimientos... ejemplos sobran en este mundo para sospechar que dentro del pecho de los héroes laten tiernos corazones, y que cuando el sacrificio llega al suicidio, adquiere tintes de aberración sexual.
Lástima que en la isla hoy está vacante la plaza del violador de turno, porque la vulva nacional desespera bajo el tormento de los deseos de la carne, insatisfecha con el insípido sexo raulista.
Con Fidel y Raúl en la categoría de unfuckables, el futuro inmediato nacional es de abstinencia total. No hay un príncipe azul que rescate a la doncella Cuba de las garras del Dragón Celibato.
¿Imaginan de presidente a Payá, con esa vocecita fañosa, o a Yoani con su fragilidad física, y sus tonos y cadencias de habanera arrabalera? No importa cuánto bien ellos y otros hacen y harán por Cuba, ahí no hay madera presidencial, porque no hay sex appeal.
La tribu anhela clonar a su inolvidable patricio joven, blanco, alto y de perfil griego, no les importa que el tipo sea un asesino, un ladrón y un administrador incompetente. ¡Pero tremendo machazo!
Para entender a Cuba no se necesitan "cubanólogos", basta con aceptar a Freud... y recordar las emociones que te embriagaban cuando te deshacías en la multitud, y coreabas consignas desfilando en La Plaza de la Revolución.
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