jueves, 10 de mayo de 2012

El ocaso del ALBA, o estampida en la granja

Venezuela es una cerda petrolera amamantando a un puñado de paisitos-cerditos a cambio de complicidad y sumisión en los foros internacionales, copia borrosa de la ruinosa limosna soviética a La Habana; pero con la diferencias fatales -para el chavismo- de la época, la geografía, cultura, la ausencia de un partido fuerte y una ideología simple y definida, con una soldadesca irritada por el colonialismo castrista, la inhabilidad o imposibilidad del gobierno de imponer un régimen totalitario, y otras perlas que hacen del collar un lazo de horca.

Aunque el chavismo -muy improbable- sobreviva a Chávez, los varones de Barinas tendrán que invertir sus petrodólares puertas adentro, remendando los desastres del caudillo para comprar la sumisión de los venezolanos; además un "Socialismo del Siglo XXI" insular es una contradicción paralizante, así el ALBA también carecerá de un remedo de ideología para justificar el costoso mantenimiento de la servidumbre regional.

Ya se oyen en Caracas lamentos por la ingratitud del antes unánime corrillo de naciones beneficiadas por el despilfarro del petróleo venezolano: Guyana pretende extender su territorio marino a costa del de Venezuela, con el apoyo de otras islitas vecinas -y "albistas"; que además cometen la herejía albática de aliarse al Reino Unido en la chusmería Argentina por las Malvinas.
Hasta el pollo-fóbico de Evo Morales se atrevió a romper el plante albista con una escapadita irreverente a Cartagena.

Estos no son escarceos que pueden calmarse con un par de regaños y unos milloncejos de barriles de petróleo, ni siquiera los infames maletines atestados de billetes pueden parar la tendencia al desplome de la organización.

Con un Chávez moribundo -y pretendiendo gobernar a Venezuela a tuitazos desde La Habana, el pronóstico para la puerca es que se le va a secar la teta; y ya los cerditos la mordisquean disgustados, mientras buscan un hueco de escape en la cerca del corral.











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