En Cuba, a los extranjeros les dicen Pepes; y el éxodo del '94 tuvo su tajada de esos personajes.
Recuerdo un español, que según él mismo contaba, un par de jineteras lo emborracharon y le hicieron la bromaza de montarlo en una balsa rumbo a La Yuma. Despertó en el Estrecho de La Florida, y el US Coast Guard lo sopló para Gtmo. -jinetas incluídas.
El tipo se desgañitaba gritando: ¡Coño, qué soy español; de España!, y los guardias le respondían: "paciencia, tenga paciencia".
El gallego se metió 6 ó 7 meses en La Base.
También había un grupo de indios... indios auténticos, made in India; no sé cuál era su truco, pero terminaron dándose un culazo en Calcutta, Bombay o de donde carajo salieron.
Un rusito de 16 años, voló de Bololandia a La Habana para tirarse en balsa; según decía su padre era cubano; pero los yumas no se tragaron la guayaba y обратно в Россию cabrón.
Los más abundantes eran los dominicanos, que están a una pedrada de Guantánamo, y su acento, modismos y vocabulario es muy parecido al de los naturales del sur del Oriente cubiche.
Una dominicana se aprendió a Santiago de Cuba de oídas, hablaba de calles, barrios y hasta de las rutas de guagua; pero en la entrevista de Inmigración se puso nerviosa y no recordó el segundo apellido de Fidel Castro; y la soplaron de vuelta al Cibao.
Pero de todos los pepes, el más jodido era Un Garabato, un tipo que se parecía a Arnold Swarchenegger, pero el apodo le venía porque era húngaro.
El personaje hablaba nagüeñol con acento alemán. Hacía 11 años que llegó al cayo, y se aplatanó en la capital de los nagüitos, Santiago de Cuba; donde se casó con una mulata y tuvo 2 niños.
No recuerdo su enrevesado nombre, pero sí su no menos complicada historia: Resulta que al hombrín lo estaba solicitando la justicia húngara y alemana; tenía un rosario de causas que iban desde no pagar la manutención de sus otros hijos que dejó en Hungría, hasta una ristra de estafas en varios países europeos.
El húngaro estuvo casi 1 año luchando para no ser deportado, alegando que como estaba casado con una ciudadana cubana, y 2 hijos cubanos; tenía derecho a quedarse en la Base; pero al final agotó los recursos legales y una madrugada los carapintadas lo sacaron de su cabaña, atado de pies y manos, y rumbo a Budapest.
El húngaro era ingeniero eléctrico, un tipo inteligente. Un día le pregunté por qué no se había hecho ciudadano cubano; y me respondió: "Es que en Cuba, ser extranjero es un negocio".
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